Muchos de nuestros conflictos y problemas como pueblo surgen de la forma de mirarnos. La percepción que los venezolanos tenemos de nosotros mismos muestra una aguda disociación. Para tender puentes entre las visiones polares debemos demostrar las creencias y estereotipos que nos confunde y desencaminan. Necesitamos ampliar nuestra imaginación y ver en perspectiva las metáforas y mitos que nos dominan. Es asunto de soltar el lastre del pasado sin perder vínculos ni memoria, de voltear la mirada hacia delante y de suscribir la responsabilidad compartida sobre nuestro destino colectivo. Tenemos que desarrollar un sentido de pertenencia y continuidad social, no como culto de una herencia heroica ni como búsqueda de esencias e identidades fijas, sino como esfuerzo para la creación de consensos, como organización para alcanzar objetivos comunes, resolver problemas actuales y trabajar en equipo para construir ciudadanía y país.